-¡Ya lo perdí, entonces!
Para colmo, le sigue doliendo la espalda. Nos vamos al departamento de Óscar. No está. Le dejamos una copia del artículo con Jorge el Oso.
Las canciones de Mamá-Z, nueva agrupación integrada por los guitarristas Octavio Martínez, Agustín Aguilar y Gerardo Aguilar, el baterista Óscar Fernández y el bajista Jorge Escalante, consiguen apresar al escucha por su irremediable lozanía.
Con el peculiar arrojo que caracteriza el inicio de toda empresa musical, Mamá-Z agrega el de la seguridad melódica. Porque sus piezas no sólo ofrecen la variedad rítmica indispensable sino que incluso se acercan a su propia definición, de no ser por algunos titubeos instrumentales. Pero ésos son detalles menores, a fin de cuentas, pues los aciertos son mayores, como los juiciosos usos que hacen de las guitarras: no hay, a lo largo de su disco, ningún abuso de acordes; por el contrario, su sonido logra alcanzar por momentos la madurez del grupo que se ha pasado años consolidando un estilo.
Mamá-Z advierte: He aquí un disco. Un disco grabado en unas cuantas horas. Un disco a la medida de nuestros bolsillos. Un disco con errores. Un ensayo, quizá, del disco deseado; pero disco al fin. El primer disco de Mamá-Z. Aclaración que los exalta.
Hay algo de atractivo en sus composiciones, algo que los distingue y los personaliza, algo distinto. Es probable que dicha atracción radique en su dominio de la melodía. Como pocos conjuntos roqueros, Mamá-Z deposita su línea musical en los juegos vocales. La instrumentación, si bien no cumple un papel de mero acompañamiento, cuando menos sí sostiene con esmero las letras. Están a su altura. Y, por lo tanto, aquí no caben las ostentaciones de las virtudes de un requintista o los malabarismos de un percusionista. No. En Mamá-Z se reúnen músicos con el propósito de hacer canciones. Es notorio, asimismo, su gusto por los rocanrolitos de los sesenta.
Sus letras no son producto del azar musical. No se acomodan a las notas de las guitarras, sino que tienen un lugar aparte. Hace años, la mayoría de los grupos de rock trabajaba sus letras de acuerdo a los resultados de su búsqueda instrumental. Las letras se adaptaban a la música. Con fortuna, los grupos de hoy han considerado las dos partes como fuentes de distinta procedencia. Mamá-Z, en este aspecto, trabaja con singular acierto…
(…)
En sus rolas hallamos el fastidio de la rutina laboral, el desencanto de la relación amorosa, la visión desenfadada del joven...
Mamá-Z (514-5588) se introduce a nuestro rock con un primer disco aceptable, digno.
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