sábado, 4 de enero de 2014

3 de enero



Viernes. Se anuncia, para fines de mes, un concierto en Acapulco con Quiot Riot, Motley Crue, The Mixers… y Javier Bátiz, a 6 mil pesos el boleto. No me interesa. El grupo Dama acaba de firmar con WEA y parece que Ritmo Peligroso grabará su segundo disco en abril. Dice Alejandro Elías Guzmán, en el UnomásUno, que este año parece ser “el año del rock en México”. En el mismo periódico, aparece un artículo de Jorge Reyes (El rock, manifestación de la cultura popular) en el que subraya su preocupación por el futuro del rock en México: “Por su parte, varios grupos se preocupan seriamente por superar la calidad lírica y musical de sus producciones, así como por restituirle al rock mexicano su dignidad y su carácter de arte popular”.

Me sigue dando vueltas en la mente la idea de producir un disco chiquito (45 rpm), con una canción de cada lado. Octavio no está de acuerdo:

-Tino, ¿quieres gastar? ¡Aprovecha el dinero que tengas en cosas más urgentes para el grupo!

-Pero es que… Bueno, está bien. Tal vez tienes razón.

Ya no insisto en mi idea, pero imagino ese disco con Trancazos, Te veo y titubeo, Los misterios de Rosa y En la orilla de tu emoción.

Óscar pasa por mí en la tarde y nos vamos a Cataluña. Óscar me anuncia que deja la Universidad y me propone que estudiemos una carrera en sistema abierto. No es mala idea, pero la dejamos en el aire y nos vamos al cine a ver El hechizo de Akila, con el gran Rutger Hauer. Aparece también el jovencísimo Matthew Broderick.

Termino el día con una torta de jamón y un café con leche. Estoy de ocioso, enciendo la televisión de la cocina. Los Hermanos Castro en concierto. Apago la televisión. Regreso al libro de Oriana.


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